«No estés triste.. Nadie conseguirá deshacerse de nosotros. Palestina es una espina clavada en la garganta del mundo. Nadie conseguirá tragársela. No te preocupes».

– Últimas palabras de Wadih Sanbar a su hijo, el historiador y poeta palestino Elias Sanbar.

Haig Aivazian y Noor Abed interpretan una partitura compuesta por sonido, texto y movimiento. A través de una serie de sonidos guturales, jadeos, toses, tarareos y silbidos, la pareja organiza los temas centrales del texto a través de diversas partes de sus narices, bocas, laringes, tráqueas y pulmones, cada órgano encarnando e introduciendo una serie de registros afectivos y textuales.

En una reciente correspondencia que se prolongó durante varios meses, la pareja intercambió reflexiones, anécdotas cotidianas, lecturas, poemas, grabaciones de canciones y recitaciones. La performance actúa como un trabajo activo de selección, recuerdo, recreación, reestructuración, reevaluación y reensamblaje de elementos de la correspondencia, como una forma de lidiar con un momento histórico trascendental caracterizado por una escalada en el constante zumbido de la violencia genocida que ha estructurado las respectivas trayectorias de los artistas.

Invitando periódicamente a los espectadores a unirse a la experiencia sonora, la pareja intenta crear un espacio de sincronía y acción, donde el público se convierte en una cámara de resonancia recorrida por la vibración y transformada en un coro dispar.